Historia de las Comunidades Castillo Velasco ®
Fue a lo largo de 1972 que Fernando Castillo Velasco, a partir del proyecto para titularse de arquitectos de su hijo Cristián Castillo Echeverría y su sobrino Eduardo Castillo Larraín, desarrolló, asociado con ellos dos, la primera comunidad Castillo Velasco.
Veinticinco casas, ubicadas en el corazón de la comuna de La Reina de la época, en un terreno que, como él solía afirmar, “eran los espacios vacíos que dejaba el desarrollo urbano en la zona oriente de la ciudad”.
Un terreno interior, con una avenida larga y angosta – la vieja entrada a las haciendas del valle central - que daba acceso a un espacio interior donde el ritmo de la ciudad se transformaba en la quietud del campo. Los espacios públicos congregan estacionamientos para automóviles dispuestos entre árboles, los parrones de circulación peatonal a través de los cuales se accede a las viviendas las que, a su vez, rodean el parque de uso comunitario en el cual se ubican la piscina, los juegos para niños, las canchas de uso múltiple, los jardines, los paseos. Cada casa con un patio propio para resguardar la intimidad de las actividades más privadas, un patio que se constituye en una prolongación de las áreas verdes comunes, entrando a la casa misma por las secuencia de pequeños patio interiores. Esta sería una característica que se haría común a las comunidades diseñadas durante las décadas de los ochenta y noventa.
Desde 1984, a su regreso de Cambridge, influido por la arquitectura en ladrillos de pueblos y ciudades inglesas, y hasta mediados de los noventa, Fernando Castillo Velasco, asociado con diferentes arquitectos, entre ellos, Eduardo Castillo, José Pérez y otros, diseño y levantó algo más de cincuenta comunidades repartidas a lo largo y ancho de la comuna de La Reina, en diversos lugares de Santiago y en la costa central chilena.
Un conjunto de cientos familias chilenas que compartieron con sus arquitectos el sueño de vivir en contacto con la naturaleza, creando, protegiendo y desarrollando infinidad de formas diferentes de agruparse como comunidad y creando y protegiendo las más diversas formas de organizar los parques y las áreas comunes en las cuales compartirían sus vidas y las de sus hijos con otras familias con las cuales compartían la aspiración de lograr una manera diferente de habitar la ciudad. Esas comunidades representan hoy decenas de hectáreas arboladas entre las cuales se asientan con armonía y respeto cientos de viviendas familiares arraigadas en las formas más características de lo más entrañable de la cultura arquitectónica chilena.
Durante la segunda parte de la década de los noventa y los primeros años de este siglo, Fernando Castillo Velasco dedicó su trabajo y capacidad creativa a continuar luchando, desde su condición de alcalde e intendente, por la comuna de La Reina - una de las pocas del Santiago urbano que, gracias a su visión de futuro, aún conserva como característica fundamental su condición de comuna dormitorio logrando hacer realidad que el verde de las hojas y el marrón de los troncos de los árboles se entremezclen con las casas marcando profundamente la vida de cada uno de sus habitantes – y, por una ciudad, Santiago, a la cual a dedicado su obra orgánica y arquitectónica más importante. Fueron años en que las Comunidades Castillo Velasco no fueron parte de la oferta arquitectónica y habitacional existente en Santiago.
Fue a partir del año 2003, que los socios originales, retomaron el diseño y construcción de las comunidades Castillo Velasco, hoy marca registrada.
Fernando Castillo Velasco junto a sus socios Cristián Castillo Echeverría y Eduardo Castillo Larraín, ha diseñado durante estos últimos años varias comunidades en la parte alta de la comuna La Reina: una, en la calle María Monvel, luego en ésta nueva etapa, una segunda comunidad en la calle Escritor Benjamín Subercaseaux, entre otras.
Las Comunidades Castillo Velasco fueron nuevamente una realidad tangible.
Hoy muchas familias que se acercan con sus hijos para adquirir alguna casa de las Comunidades Castillo Velasco, iniciando así una nueva generación que comienza a vivir en comunidad.